miércoles, 5 de junio de 2013

Las traiciones de la orden Jedi


"Chico, he viajado de un lado al otro de la galaxia y he visto muchas cosas extrañas, pero nunca he visto algo que me haga creer que existe una sola fuerza poderosa que controla mi destino."
-Han Solo 

Por toda la galaxia, la creencia en la Fuerza casi ha dejado de exisitir. Los Jedi han desaparecido, la gran mayoría cazados y destruidos por el Emperador y sus esbirros. Si ha sobrevivido alguno, lo hacen ocultos en los bordes más alejados de la galaxia. El Imperio Galáctico considera la aptitud de utilizar la Fuerza un crimen penado con las medidas más duras. En dos breves décadas, el Imperio Galáctico ha conseguido destruir casi toda evidencia de los Jedi, y desde entonces la mayoría de la galaxia ha olvidado a la orden. Como en todos los aspectos, la llegada al poder del Emperador se hizo notar, e intervino los registros históricos, si creemos a algunos profesores e historiadores (y todo tipo de academicos en general) que acusan a la Compnor (Comité para la preservación del Nuevo Orden), y destacadamente a la Sageducación, de alterar los planes de estudio y las publicaciones académicas para ilustrar la historia con los matices que convienen al régimen (siendo quizás la Reforma de Ruusan el caso mas claro).
 
Los hechos de la historia, reciente y pasada, nos enseñan el peligro de permitir que una sola facción acumule poder dentro del gobierno.

Desde los albores de la República, la orden Jedi había tenido enemistades con el gobierno Galáctico, pero en tiempos de corrupción y dejadez, se les había permitido formarse como un ejercito independiente, bajo la falsa apariencia de ser guardianes imparciales del saber, la diplomacia, y la convivencia. Bien se demostraron estas mentiras en el atentado que algunos de los principales maestros de la orden perpetraron contra el Canciller Palpatine la noche en que fué aclamado como Emperador a petición de millones de mundos.

No conformes (se piensa) con las negativas de Palpatine a entrar en su red, temiendo que les expusiese a la luz, sin poder enfrentarse políticamente al poderoso Canciller, y sin ser parte como tal del poder político (pues como supuesta religión no representaban a ningún sistema), algunos de los maestros mas influyentes de la orden tramaron una conjura contra el hoy Emperador, que concluyó con un intento de asesinato en su propio gabinete. Se demostraba así, que la República no había aprendido de sus errores del pasado, al no haberse dado cuenta hasta entonces que la supuesta orden monastica no era en realidad tal si no un lobby de presión que tenía sus propia agenda e intereses.

La traición de los Jedi ya había sucedido antes, como algunos historiadores habían estado avisando sin ser tomados en consideración. En el 981 AFI, el recelo para con ellos ya se encontraba en un punto extremo, hasta el punto que la República y el Canciller Tarsus Valorum se enfrentó a la orden, exigiendo su disolución y la entrega de armas y fortalezas.
Habiles en la negociación, y la manipulación mental, los Jedi lograron sobrevivir aceptando unas condiciones (a la postre demostradas insuficientes, la Reforma de Ruusan) que garantizasen a la sociedad que no se convertirían en un ejercito conquistador; abandonaron sus armaduras de batalla, sus rangos militares, al titulo de Lord, y abandonaron toda organización militar, situandose bajo la supervisión (que se suponia iba a ser) estricta del Canciller Supremo y del Departamento de Justicia.

La orden consiguió centralizar cómodamente en Centro Imperial su formación de aprendices, los cuales tomaba recorríendo sin supervisión la galaxia, seleccionando a quienes interesaba, y adoctrinando a los familiares cercanos del niño.

Su supuesta religión se regía por unos designios invisibles, que su dogma solicitaba obedecer. Naturalmente, estos designios eran percibidos e interpretados (acorde a los intereses del grupo) solo por los maestros, mientras se instruía a los neófitos a obedecer a los maestros haciendo suyas las directrices que les dieran, en ciega obediencia. Tras toda una vida de lavado de cerebro, los neófitos recibían el título de Jedi, y eran enviados a socabar la política galáctica como embajadores y asesores.
También realizaron algunos asesinatos selectivos sin ser nunca descubiertos, valiendose de su habilidad para manipular mentes, y realizar proezas físicas imposibles, que les convertía en los asesinos perfectos para la orden. En una República corrupta y dejada, sus conspiraciones pasaron inadvertidas a pesar de que la Republica había ya advertido sus maquinaciones y les había llevado al desarme con la Reforma de Ruusan.

Menos de 1000 años después, la orden Jedi volvía a encontrarse al mando de la jerarquía militar, encabezando un ejercito de clones secreto que habían preparado en las sombras. Ante la imperiosa necesidad bélica frente a los separatistas, la sociedad no castigó el gravisimo acto de traición de que la orden hubiese preparado su propio ejercito en las sombras. Afortunadamente, quizás el más poderoso de la traicionera orden era fiel a la República; Vader.

Cuando, en un ataque frontal a Centro Imperial, el Canciller fue secuestrado por el General separatista Grievous, fue Vader quien le rescató contra toda esperanza. La información que ha trascendido indica que Vader fue también quien salvó una vez más al Canciller cuando los Jedi acudieron a asesinarle. Desde entonces es que Vader recibe el título de Lord, y es la mano derecha del Emperador. Parece ser que Vader, aquella funesta noche en la que el golpe a la República se contuvo, fue también quien condujo soldados al templo Jedi donde se refugiaban los traidores para acabar con ellos de una vez y garantizar la seguridad en la galaxia.

Naturalmente, la mayoría habían huído, y llevó un tiempo que las tropas de la república pudieran dar caza a los terroristas.
Persiguiendoles horas después, el propio Vader se enfrentó a ellos, quedando irremediablemente atado a un traje contenedor de vida, aunque los sucesos de aquella noche turbulenta todavía atraen a los historiadores. Hoy, su templo en Centro Imperial (un templo construido con la concupiscencia de políticos corruptos) alza sus ruinas ennegrecidas como un recuerdo para todos los Coruscanies de los riesgos de la permisividad ante la corrupción, y del riesgo de permitir que una sola fuerza acapare poder tal que permita poner al legítimo gobierno de rodillas sea militarmente, o mediante argucias.