Existen dos grandes tipos: los lásers y los blásters, estos últimos normalmente son armas de pequeño tamaño o artillería planetaria. Son más modernos que los lásers y tienen un funcionamiento diferente, ya que libera gas explosivo a la cámara de conversión, donde se ioniza y en estado de plasma es conducido a través de un módulo donde es de nuevo excitado para obtener un rayo de partículas polarizado y uniforme. Este rayo es finalmente focalizado gracias a un cristal prismático y llevado a una nueva cámara de refinado, que es convertido en la descarga final del arma. Todo ello en una milésima de segundo. Obteniendo mayor potencia cuando funcionan con paquetes de energía de células criogénicas ionizadas. Tienen la ventaja de logar un índice de fuego e intensidad superior, aunque pierden distancia y precisión, así como un mejor ajuste en el rango y poder de disparo: desde aturdir, hasta carbonizar un cuerpo. Pero la desventaja de tener menor potencia que los cañones láser y suelen ser más eficaces en una atmósfera que en el espacio.
De esa manera lo usual es equipar los cazas y naves de todos los tamaños con cañones láser (acrónimo de luz por emisión estimulada de radiación). Sus disparos se mueven a una velocidad más lenta que la luz y tiene una naturaleza explosiva, energizando en su interior el gas que utiliza como munición.
Este armamento de alta energía tiene una potencia muy dispar y existe en configuraciones muy diversas: desde cañones láser sencillos y gemelos, cuatricañones láser y cuatribaterías láser, solo por citar algunos.
Una variante de arma supercargada y de doble fase es conocido como turboláser, existiendo turbolásers estándar y pesados, cañones turboláser simples y dobles, baterías turboláser, bibaterías y cuatribaterías turboláser en destructores clase Victory u óctuples en la clase Imperial.
Para generar el disparo se estimulan gases blasters muy energizados (normalmente gas tibanna que tiene un 52,5% de eficiencia, aumentando al 79,6% con el refinado) en una potente carga de energía producida por un generador, que emite una onda de fotones alimentada y canalizada a través de una lente antes de salir del tubo del cañón.
Cuanto mayor es la cámara de gas y la carga de energía, y mejor la lente, más potente y devastador resulto el rayo. Los turbolásers superan en el doble o el triple el alcance de los cañones láser convencionales. Para conseguir esto la energía entra en un activador e interactúa con un chorro de gas energizado. Esto provoca un sobrecalentamiento del sistema debido a la masiva acumulación de energía, obligando a tener complejos criosistemas para la refrigeración del arma.
Las naves de combate suelen llevar una combinación de cañones láser y turboláser, aunque las naves capitales como destructores clase Imperial o de tamaño similar tienden a solo tener turbolásers. Estos son usados durante los combates nave contra nave o en el bombardeo planetario.
Como demostró la batería pesada de torre XX-9 de Taim & Bak con que estaba dotada la Estrella de la Muerte, estos no son muy útiles para destruir rápidos cazas, como los que los rebeldes tenían en Yavin.
Tal vez el arma más poderosa y devastadora creada sea el superláser de la estación de batalla orbital DS-1, más conocida como la Estrella de la Muerte. Este era capaz de destruir completamente un planeta, usando varios rayos de protones planetarios que convergían en un único haz devastador.
El arma instalada en la primera Estrella de la Muerte desarrollaba una potencia de 2.4*10³² watios, con un alcance óptimo de 380.000 kilómetros y un máximo de 420.000. Estaba formado por la energía de ocho haces de materia exótica acelerada y amplificada por gigantescas lentes y bobinas magnéticas de enfoque, cuya energía procedía del núcleo de hipermateria masiva del reactor principal de la estación de combate. El impacto de este haz único podía dividir los átomos de su objetivo en pares de materia y antimateria que se aniquilaban así mismos, creando una singularidad en miniatura que genera una oleada capaz de romper la barrera entre el espacio normal y el hiperespacio. La Estrella de la Muerte era una parte importante de la Doctrina Tarkin, extraída del Comunicado Imperial #001044.92v, también conocida como la Doctrina del miedo para controlar a los planetas rebeldes al Imperio, con la cual se esperaba que solo con la posibilidad de ser completamente destruidos, los diferentes mundos de la galaxia se sometieran al Imperio.