(filibustero m. Nombre de ciertos piratas que en el siglo XVII actuaban en el mar de las Antillas)
jueves, 13 de marzo de 2014
La República debía caer
"Así muere la democracia, con un estruendoso aplauso"
(Padmé Amidala, senadora de Naboo)
Cuando el canciller supremo Palpatine, en una sesión extraordinaria del Senado, proclamó oficialmente la disolución de la república y el establecimiento del Primer Imperio Galáctico hubo una ovación cerrada. Un régimen que había durado 25 milenios llegaba a su fin, pero este final era clamorosamente vitoreado ¿como pudo suceder esto?
La República Galáctica ha sido glosada por todas las crónicas como un periodo de libertad y prosperidad en la Galaxia, cuando los jedi (hoy conocemos otra cara suya) ponían sus armas al servicio de un sistema político «más civilizado». Sin embargo, todos coinciden en que la República antes de Palpatine se caracterizaba por tener gobiernos ineficaces y corruptos, por ser un régimen impotente y controlado por burócratas. Si esto era así, ¿es posible dicha decadencia tuviera algo que ver con los aplausos que recibieron a su muerte? Sin duda.
Es dificil conocer los movimientos políticos en los despachos de Coruscant (hoy Centro Imperial) aquellos días, pero una maniobra tal hace pensar que sin duda los políticos conocían las intenciones de Palpatine, bien por que esas cosas se saben en los despachos, bien por que el propio palpatine tuvo que consultarles. Pero sea como fuera, cuando la República fue disuelta, la galaxia aplaudio.
Veamos con detenimiento cómo funcionaba el (casi con seguridad) peor diseño institucional de un régimen de gobierno galáctico. Solo así podremos entender las causas profundas de su colapso.
La (Con)federación Republicana
La República Galáctica nace como una alianza económica y de protección mutua entre un grupo de planetas del núcleo galáctico (los llamados fundadores). Esto implica el establecimiento de un modelo confederal; cada planeta o sistema dispone de la soberanía de manera autónoma, pero renuncia a determinadas competencias en favor de una institución supraplanetaria.
Sin embargo, parece que la República también iba más allá del modelo confederal y tenía algunas potestades propias de una federación. Por ejemplo, el derecho galáctico.
En todo caso, no había un gobierno soberano en el ámbito de toda la Galaxia. Cada uno de los mundos o planetas podían mantener su propio gobierno basado en sus creencias, costumbres o tradiciones locales. Algunos, de hecho, podían ser aristocráticos, colmena o monárquicos (antidemocráticos, por tanto) pero la República no entraba en dicha cuestión. Inclusive podían existir violaciones flagrantes de derechos de las especies dentro de sus sociedades (aunque, por ejemplo, el esclavismo estaba prohibido) ya que la República estaba a bierta a culturas que no compartiesen sus principios de base, pero a la vez pretendía que la política solucionase estos choques culturales, castigando las infracciones.
Si me permiten la expresión, es como invitar a un Hutt a comer, molestarte cuando no respeta tu etiqueta, y pretender castigarle hasta que se comporte en la mesa a la que tu le sentaste sabiendo como era.
Por su parte el gobierno galáctico estaba centralizado en el núcleo. La República tenía la capital fija en Centro Imperial y era la sede del supremo órgano unicameral que la representaba: el Senado. Esta cámara estaba compuesta por un senador de cada uno de los sistemas galácticos, si bien la República no fijaba el método de elección de sus máximos legisladores. En algunos casos se trataban de elecciones libres y competidas, pero por lo que sabemos en muchos casos los senadores eran cargos designados por el gobierno local (como en Naboo) o aristócratas que lo ostentaban de manera casi hereditaria (por ejemplo, los Organa de Alderaan).
Sin embargo, el Senado no solo era una cámara ciudadana. Como se vio durante el debate sobre el bloqueo a Naboo, los gremios también tienen representantes con derecho a voz y voto. El Clan Bancario o la Federación de Comercio tenían sus delegados, con lo que el Senado era una mezcla de cámara planetaria y corporativa —lo que genera dudas sobre qué legitimidad encarnaba realmente el órgano—.
Por otra parte, en una confederación las decisiones —que conciernen a todos— se aprueban por unanimidad. Sin embargo, este Senado era particular ya que aprobaba la legislación por mayoría.
Es más, justamente por mayoría desarrollaba su facultad más importante: la elección de un canciller supremo, jefe de Estado y de gobierno de la República.
Parlamentarismo sin partidos galácticos
El sistema republicano era un sistema parlamentario, ya que no existen elecciones directas a canciller supremo. Este último era escogido de manera indirecta por los senadores, dependiendo de su confianza para seguir en su puesto, lo que aboca a una crónica inestabilidad de los ejecutivos.
Como (casi todos) los senadores son de designación planetaria, no existía algo así como partidos galácticos. Es decir, coaliciones de intereses estables en torno a líneas programáticas concretas, con grupos organizados de senadores buscando impulsar temas más allá de sus planetas. Se trata de un modelo de república parlamentaria en el que no existían facciones ni disciplina de voto para asegurar que el canciller terminará su mandato.
Esto es lo que daba gran preponderancia a los intereses sectoriales, hasta el extremo de que un senador preocupado solo por los intereses locales de su planeta podía tirar al ejecutivo entero. Veamos un caso práctico para ilustrar esta cuestión.
En la sesión del Senado sobre el bloqueo a Naboo la reina Amidala, planteo una moción de censura ante el pleno de la cámara. Sin embargo, la reina es instada —razonablemente— a que la retrase hasta que una comisión independiente certifique sobre el terreno lo que ocurre.
La táctica (hoy sabemos que dilatoria) de la Federación provoca el enfado de la impulsiva Amidala y el resultado es que el planeta Naboo plantea formalmente una moción de censura contra el canciller Finis Valorum. El gobierno cae inmediatamente y hay que buscar un nuevo canciller.
No importa que su ejecutivo pudiera haber sido mejor o peor para el conjunto de la Galaxia. Dado que el planeta Naboo se ve perjudicado por un problema político, puede hacer caer al canciller de manera inmisericorde. Los políticos galácticos responden a sus electores, como es natural, y sus electores están en sus sistemas
De hecho, esto lleva al problema del propio sistema electoral. Puede que el único mundo con vida de un sistema tenga apenas unos pocos miles de seres, mientras que cada planeta de Corellia tenga miles de millones de habitantes. Sin embargo, ambos sistemas tienen un senador, por lo que tienen exactamente la misma representación y el mismo poder de influencia. Por eso mismo, podía ser que Valorum fuera infinitamente más apreciado que Palpatine en términos absolutos (medido con una encuesta a nivel de toda la República) pero si este último sumaba los votos en el Senado, eso era lo que importaba. De nuevo, un problema de legitimidad política añadido —el más que factible desajuste entre la mayoría popular en la Galaxia y la mayoría en el Senado—.
¿Cuántos cancilleres supremos habrán caído a lo largo de la historia de la República por problemas locales que nada tienen que ver con su competencia? Aunque el peso de un solo mundo es infinitesimal en una gran coalición, que un solo planeta pudiese en el viejo régimen plantear la moción de censura señala que la República convertía a la cancillería en un ejecutivo muy débil.
Visto el debil e ineficaz funcionamiento de la cámara, se entiende y comprende la decisión de Palpatine de derogar su sucesora, el Senado Imperial.
Luchas por el poder
La caída de Valorum tras la moción de censura vendría seguida del ascenso del último canciller supremo de la República: Palpatine. Este último llegó a la cancillería en gran parte por la corriente de simpatía que despertó la crisis de Naboo. Su nombre es propuesto casi desde el principio, junto con los de Beil Antilles de Alderaan y Eily Din de Malaster. Sin embargo, es más que dudoso que miles de senadores representantes de sus mundos locales estuvieran dispuestos a nombrar un nuevo canciller simplemente por simpatía. No hay duda que los equilibrios políticos no van por aquí, sino más bien por establecer amplísimas coaliciones electorales.
Cualquier aspirante a la cancillería necesitaría asegurarse de que cada senador sacará su parte del pastel si le da apoyo —sea una regulación comercial, sea una inversión del presupuesto—. Esto, necesariamente, había de convertir a la Cancillería Suprema en un ejecutivo paralizado. Para poder ser elegido —y mantenerse en el poder— el canciller debía repartir rentas en unas coaliciones inestables de senadores propensos al chantaje. Una deserción oportunista puede poner en juego tu continuidad en el cargo, así que no es difícil imaginar a los candidatos a canciller prometiendo de todo y gastando a manos llenas
Si uno lo piensa en términos racionales, la única manera viable de mantenerse en el poder es la corrupción y la ineficiencia. Si el senador de Corellia es amigo de los sobresueldos, le inflas la cuenta de créditos y le compras un apartamento en Coruscant. Si el senador de Cato Nemoidia quiere en su planeta un espacio-puerto pagado por la República, le preguntas si lo quiere con o sin líneas regulares. Se decía a finales de la República, casi como un dicho popular, que aquella no era la República que conocímos, que ya no se defendía el interés general. La pregunta pertinente es más bien si pudo haberlo hecho alguna vez.
Comprensible, por lo tanto, que ante el fracaso de las negociaciones con la Confederación de Sistemas Independientes el propio Senado aceptara dar poderes de emergencia a la Cancillería —propuesta otra vez por Naboo, aunque esta vez por el senador Binks—. Esto revela hasta qué punto el ejecutivo de la República carecía de margen de maniobra. Pero esos poderes especiales tienen un cometido muy concreto.
La primera medida que aprueba el canciller Palpatine es militarizar la República dotándola de un ejercito, para afrontar una guerra civil causada por la negativa de una República con demasiados intereses creados, a la libertad de mundos libres que habían decidido abandonar aquella alianza y gobernarse a sí mismos, buscando su propio provecho, y apartándose de un gobierno corrupto e ineficaz.
Parece inconcebible.
Mas inconcebible debió resultar descubrir que un ejercito clon había sido encargado años antes, perdido y pagado por los vericuetos oscuros de la burocracia Republicana ¿que clase de gobierno tiene un descontrol tal que permite que suceda?
Al margen de esto, recaemos en una cuestión de índole militar; a diferencia de los tiempos actuales, no había un ejercito Republicano hasta ese momento, había un conjunto de milicias planetarias y caballeros jedi, poco más. Esto generaba un problema más que evidente; no existía un cuerpo armado que pueda proteger la Galaxia en caso de agresión más allá del Borde Exterior. Pero tampoco en caso de problema interior. Poco se medita sobre lo extraño de que en 25 milenios esto no sucediese.
Al no existir un ejército unificado, aquellos planetas o gremios que dispusieran de los ejércitos (droides) más grandes lograban imponerse sobre otros por la vía de los hechos consumados. La República no podía hacer absolutamente nada contra un señor de la guerra ambicioso más allá de mandar algún jedi a intentar mediar.
La República en guerra civil
Las Guerras Clon comenzaron formalmente con la batalla de Geonosis, pero no debería olvidarse que fue la República la que inicia la agresión atacando a un planeta que es «independiente». Si la República Galáctica era un modelo confederal, en el que la soberanía última reside en los sistemas, ellos son libres de salirse si así lo consideran oportuno. Sin embargo Palpatine, también es el primer federalista de la Galaxia. La crisis estalla en el octavo año de su gobierno e insiste en que «bajo su mandato no se partirá una república que ha estado unida durante miles de años».
Es decir, que la soberanía a su entender recae en el Senado, en el conjunto, y no en los planetas. La Confederación de Sistemas Independientes son los «separatistas».
De ahí que las Guerras Clon también fuera la antesala de una república soberana (que no se daba antes), necesaria para un Estado funcional, y que a la postre promocionó hasta lograr convertirse en el Nuevo Orden.
Una democracia tutelada por una religión
Quizás la mayor injerencia en la supuesta democrácia de la República.
El poder real en la República Galáctica no había que buscarlo en el Senado, sus comités o la oficina de la Cancillería, sino en el templo jedi, situado a kilómetros de distancia. En concreto, en la cámara en la que se reunía el Consejo Jedi, el órgano supremo de la Orden.
Naturalmente, el Consejo era elegido por sus propias reglas internas —no democráticas —y en la práctica no tenía que responder ante nadie —aunque formalmente ante el Senado—. Este y no otro era el principal puntal de poder del sistema republicano, porque los jedi fueron el verdadero poder «fáctico» de la República.
Los jedi antes de la Guerra Clon «aconsejaban» y servían al Senado. No se regulaban por ningún texto legal (por lo tanto, con el legislador como fuente última de poder soberano), sino que eran una religión independiente en una posición privilegiada.
Esta orden monacal, mística, servía, y a la vez formaba la voluntad de la República (ya que «escrutaban el sendero de la Fuerza» ytransmitían al gobierno estos místicos designios).
Sus poderes se ampliaron con la llegada del conflicto civil. Los jedi se convirtieron en los generales del ejército y tuvieron total libertad para tomar decisiones militares —de hecho, como se apuntaba antes, el Consejo es la sala de mando principal—. En ocasiones, hasta precipitaban conflictos —la exagerada operación de rescate de Obi-Wan Kenobi fue el inicio de la guerra.
Este rol central de la orden hacía inevitable que hubiera tensiones con la Cancillería Suprema. Por ejemplo, cuando Palpatine le dio un cargo de libre designación a Lord Vader como consejero personal, el Consejo opuso resistencia y lo consideró una injerencia impropia. Esto simplemente subraya un conflicto ineludible: ¿quién está al mando aquí? ¿por que no se aceptó de buen grado que el Canciller acorde a la legalidad nombre para un argo de libre designación, a uno de los Jedi reconocidamente mas habilidosos, que le había salvado la vida personalmente, y amistad de confianza de su aliada política Padmé Amidala?
Un ejemplo claro de esto es el intento casi exitoso de golpe de estado que la orden Jedi protagonizó contra Palpatine, que hubiese resultado exitoso de no mediar Lord Vader.
El maestro Mace Windu, se presentó con otros jedi en la oficina de Palpatine para arrestarlo.
Esto, en su esencia más pura, es un violento choque de legitimidades. Windu no ha sido electo y se erige en representante último de la legalidad. Por su parte, el canciller tiene un mandato legítimo y legal del Senado. Las declaraciones de Windu, uno de los mas altos maestros de la orden jedi dejan claro, según el testimonio de Palpatine, que su intención era matarlo y que la orden lo aprobaría.
Es decir, que los jedi se arrogaban el derecho de ser jueces, verdugos y legisladores al mismo tiempo.
¿Como podría defenderse un sistema de gobierno tan ineficiente?